Una digitalización con seguridad
Cada vez nos estamos acostumbrando más a realizar trámites de forma virtual (pedir la cena a través de una APP del móvil, pedir un paquete de pilas por Amazon, etc.). Vivimos en una economía más híbrida, mezclando experiencias digitales y presenciales.
Estos hábitos digitales han llegado para quedarse, poniendo en el centro a los usuarios y creando nuevas oportunidades en una economía cambiante. Aunque como todo cambio, esta digitalización tiene una serie de riesgos y necesitamos herramientas tecnológicas que garanticen nuestra seguridad (identidad, información, actividad, etc.) en los entornos virtuales. Estas soluciones deben de realizar la función de guardianes en la sombra, intentando afectar lo mínimo posible a la experiencia de usuario y proteger nuestra información digital.
Es raro encontrarnos a alguien que no consulte sus cuentas bancarias o realice compras casi a diario a través de internet, al igual que tampoco es raro encontrarnos cada vez más noticias sobre fraudes, suplantación de identidades y delitos digitales. Esto es debido a la transformación digital que estamos viviendo que tiene un gran impacto en el ámbito personal (WhatsApp) y empresarial (correo electrónico, servicios de videoconferencia, etc.), todos ellos con una mayor relevancia en nuestro día a día. El problema es que en muchas ocasiones protegemos toda nuestra información con una contraseña que nos recomienda Google, ya que nos da pereza pensar una nueva contraseña y activar las funcionalidades de doble factor de autentificación.
Hay quien dice que esta evolución es necesaria y otras personas dicen que vamos hacia atrás, un modelo menos interactivo entre personas. Yo creo que es un cambio de lo que veníamos viviendo, información y servicios más accesibles con experiencias optimizadas y gamificadas que ponen en el centro a las personas.
En el ámbito empresarial hemos venido oyendo hablar de la primera, segunda y tercera revolución industrial, ahora ya nos encontramos desde hace un tiempo en la transición hacia la cuarta revolución (o incluso la quinta revolución industrial). Estos avances tecnológicos están permitiendo optimizar y hacer más eficientes las operaciones del día a día, delegando tareas repetitivas y/o peligrosas y permitiendo a las personas estar en el centro, en la toma de decisiones y aportar el cerebro de cada operación.
Cabe destacar que cada vez son más las tecnologías que siguen intentando “imitar”, “igualar” o “superar” la inteligencia humana, por ejemplo, la inteligencia artificial. Aunque también están las que trabajan para protegernos en el mundo digital ante fraudes como la suplantación de identidad o estafas, entre ellas podemos encontrar los sistemas de reconocimiento facial (Know Your Customer) o los sistemas de 2FA (Doble factor de autentificación).
La violación de datos personales, intentos de fraude digital y suplantación de identidades se encuentra en un crecimiento exponencial desde la pandemia, ataques dirigidos tanto a personas como a empresas. Estas situaciones imponen un respeto cuando empezamos a pensar toda la actividad que realizamos en el día a día, ya que dejamos información cómo dónde vivimos, cuándo estamos en casa para que nos entreguen el paquete, cuál es nuestro número tarjeta…Incluso estamos dispuestos a que nos escuchen los altavoces “inteligentes” todas nuestras conversaciones.
Es por ello por lo que cada vez son más y mayores las inversiones que se realizan a nivel de seguridad (y nuevas oportunidades empresariales) tanto por empresas privadas como Estados o Gobiernos, ya que todos nos exponemos en mayor o menor medida a estos riesgos. También nos estamos dando cuenta del alto valor que tienen nuestros datos y lo que las empresas están dispuestas a invertir/pagar por ello.
Ya son varias las soluciones que están apareciendo (y trabajando) para proteger nuestra actividad online como empresas o usuarios, desde nuevos niveles avanzados de seguridad a nivel IT o nuevas leyes que protegen la información de los usuarios, obligadas de cumplimiento para poder actuar en determinados países. El reto es que estas soluciones no estén gestionadas por modelos basados en personas, sino en productos con un alto componente tecnológico que operen por debajo de las aplicaciones que a día de hoy ya utilizamos.
En mi opinión otros países nos llevan años luz en materias de seguridad y avance en la transformación digital, tanto a nivel tecnológico como a nivel generación de la información. En Europa contamos con grandes avances en el Reglamento eIDAS y que obligamos a cumplir a empresas extranjeras, una normativa general que no muchos Estados tienen a día de hoy para gestionar esa información digital protegiendo a los usuarios (siempre admiraremos a la gestión digital de países como Estonia, ya en otro nivel).
¡Muchas gracias y nos vemos el próximo martes!